Ningún milagro
Se dice que en una ocasión, Bankei, un maestro Zen, estaba trabajando su jardin. Un buscador llega y le pregunta, "Jardinero, ¿dónde está el maestro?". Bankei se rio y le dijo, "Por aquella puerta, allí adentro encontrarás al maestro", forzándolo a dar un rodeo.
El buscador entra y encuentra a Bankei en la silla del maestro. Disgustado le dice, "¿Qué clase de broma es esta? ¿Cómo te atreves a ocupar esa silla? ¿Es esa la forma de mostrar respeto por el maestro? Bájate inmediatamente de ella". Bankei le hizo caso y dijo, "Ahora no podrás encontrar al maestro en la silla, pues el maestro soy yo ".
El buscador no podía creer lo que había encontrado, un ser ordinario.
En una ocasión, Bankei hablaba a sus discípulos y fue interrumpido por un monje de otra secta. Este se jactaba de que el fundador de su orden podía pararse en un banco de un río con un pincel en sus manos y escribir palabras sagradas en un papel sostenido por un asistente en la otra orilla. Desafiante, le preguntó, "Y tu, ¿qué milagros puedes hacer? ". Bankei le respondió, "Sólo uno, cuando tengo hambre como, cuando tengo sed bebo ".
Si hubiera un manual sobre cómo encontrar a un maestro, quizás esta historia debiera ser lo primero en él.