Ayer nuestro jardín apareció nevado, pero no de nieve sino de pelusa. En ese momento no sabíamos de qué árbol era, pero hoy descubrimos que es del álamo, que tiene una semilla que flota en un copo de pelusa tan liviano que recorre muchísimo espacio sin caer. Por la ventana veíamos nubes de esas pelusas flotando. Son tan livianas que se te meten por todos lados. Abrís la puerta de calle y con el aire que abanicás con la misma puerta, las pelusas levantan vuelo y se te meten por todos lados. En la vereda a unas cuadras de aquí, había un pedacito de terreno con un álamo al medio y cercado con un seto. El seto protegía a las pelusas del viento, con lo que el terrenito estaba cubierto totalmente de blanco.