Pompeya, junto con el Museo Nacional de Nápoles, donde se exhiben muchos de los hallazgos más delicados o valiosos, es una verdadera maravilla del mundo. Una ciudad romana en un momento de esplendor, congelada en el tiempo.

La mayoría de las ciudades decayeron o fueron conquistadas, saqueadas y/o quemadas (en ese orden, preferentemente, pues una vez que la quemas, ya queda poco para saquear, pero Olaf el Vikingo no siempre ha sido ordenado) y otras se desarrollaron y transformaron. Por ejemplo, ¿cuánto era `calderilla´ (cambio) en aquella época? ¿cuánta plata tenía un comerciante en su negocio?. Pompeya nos ha dado ejemplos de gente sorprendida en la calle con dinero en su bolsa que habían salido de sus casas para sus ocupaciones cotidianas, comerciantes atendiendo sus negocios como cualquier otro día. Ninguno de ellos estaba huyendo de una ataque con sus bolsillos llenos de sus posesiones o, por el contrario, despojado de lo suyo. Todo quedó congelado en ese momento en particular.

Algunos de los libros en la tienda a la salida tenían reproducciones de viejas pinturas representando el Vesubio en erupción con lava derramándose por sus lados y bolas de fuego volando por los aires mientras la gente de Pompeya huía tratando de escapar del fuego. En el museo en Nápoles, sin embargo, había una foto de la reciente (1991) erupción del volcán Pinatubo en Filipinas, mostrando algún tipo de Jeep escapando por un camino de tierra con una imponente pared de ceniza flotante avanzando a poca distancia detrás. Traté de encontrarla con Google, pero quizás la hayan visto y la recuerden de algún periódico de la época. En Pompeya no había nada de lava para ver, no había ningún fuego que ver, de hecho, no se veía nada. Tampoco se podía respirar. Nada se incendió, toda la ciudad y sus habitantes fueron enterrados en ceniza caliente o tibia.

La erupción apiló 6 metros, dos pisos, de ceniza sobre la ciudad. Pompeya no ha sido excavada por completo, una gran parte está aún cubierta. Es curioso al caminar por alguna de las calles laterales, llegar hasta la zona aún no excavada y encontrarse conque la calle termina en una pared de tierra de dos pisos de altura. No es que la calle termina intencionadamente, simplemente se hunde en una pared de ceniza compactada, la calle, sus aceras y las casas a los costados. Algo así como las calles de la vieja Federación, Entre Ríos cuando se llenó la represa de Salto Grande y las calles se hundían en el nuevo lago.

Hay una casa actual rodeada de un campo cultivado sobre la sección no excavada, como posiblemente todo estaba habitado hace ciento y tantos años. El piso de la casa está dos pisos por encima de las calles de la vieja Pompeya, sobre la capa de ceniza que lo cubre todo. Debe ser extraño vivir allí. Me pregunto cómo puede ser que todavía esté allí, en medio de un monumento mundial. La casa es linda, lástima el vecindario, que está tan venido abajo! 😉

También es interesante que la mayoría de la ciudad está conservada como un conjunto, no como pedacitos aquí y allá. Se pueden ver los distintos vecindarios tal como lo eran en esa época y cómo se relacionan los unos con los otros, algo que es difícil cuando se encuentran restos dispersos, algo aquí, otro poquito más allá, enterrados bajo una ciudad habitada.

A lo largo de las calles principales de la ciudad, aquellas que vienen de las puertas de entrada a la ciudad, en las murallas, muchas de las casas tienen comederos frente a la calle. Tienen un mostrador con grandes cuencos de barro cocido embutidos en él, con lugar para encender fuegos debajo y mantenerlos caliente, para servir la comida a los transeúntes. Otras calles son mucho más residenciales. Toda la ciudad tiene una excelente infraestructura. Las calles están empedradas, con aceras separadas y elevadas y piedras en las esquinas, para cruzar las calles. Los carros, debían tener todos la misma distancia entre ruedas, porque debían pasar por entre estas piedras. Tantos carros pasaron durante tantos años que las piedras de las calles tienen surcos hechos por los carros.

La zona administrativa está claramente marcada por el foro, la basílica y las oficinas administrativas de la ciudad. Hay un anfiteatro en una esquina bien alejada del centro (las hinchadas han sido siempre ruidosas) y dos teatros muy cerca uno del otro, cercanos al centro (para los más cultos). Cada una de estas áreas tiene grandes espacios abiertos cercanas donde poner los puestos para vendedores ambulantes, para los días de espectáculos. No creo que vendieran panchos y pizza en aquella época, pero la idea es más o menos la misma.

Como el día en que visitamos las ruinas y el museo resultaron ser de entrada gratuita, un grupo de jóvenes estaba jugando al fútbol en el anfiteatro.

También hay un prostíbulo en una callada y discreta calle lateral, su función claramente reconocible por las vívidas escenas pintadas en sus paredes. Los originales de esas pinturas están en el museo de Nápoles, en una salita de acceso limitado a mayores de edad.

La mayoría de las casas importantes siguen el mismo patrón, tres patios comunicados por corredores, el primero de los cuales, llegando desde la calle, entre sendos locales abiertos a la calle pero que, usualmente, no se comunican con la casa. Posiblemente serían locales comerciales o viviendas que el propietario de la casa mayor alquilaría.

Cada uno de los patios sigue también el mismo diseño, habitaciones todo alrededor abiertas sobre una galería techada, con un hueco por donde cae el agua de lluvia sobre un estanque en el medio del patio. Alguien posiblemente recuerde los nombres en latín para esos lugares. Yo recuerdo haberlos aprendido … y olvidado, bien gracias.

En todas ellas, el patio del medio es el más lindo, lo cual me da a pensar que no eran muy exhibicionistas. Atendían sus negocios y a visitantes menores en el primer patio, pero era el segundo, el de los amigos, parientes o aquellos a quienes sí se quería impresionar, el más lindo.

En algunas de las casas se conservan los frescos pintados en las paredes (la mayoría trasladadas al museo en Nápoles y reemplazadas por reproducciones) como así también los pisos decorados con pequeños mosaicos. Es extraño que usaran tanto rojo oscuro y negro para pintar las paredes. No teniendo vidrio, las ventanas eran pequeñas y las puertas que abrían al patio techado, de por sí sombrío, tenían cortinas en lugar de puertas, lo cual quiere decir que los cuartos estaban oscuros en los días fríos. La oscuridad del día y los colores oscuros en las paredes no me parece que sea la combinación más alegre que pueda hacerse.

También me llamó la atención la decoración de estas paredes. Las dividían como en paneles de unos 80 cm a 1 m de ancho, cada uno de ellos enmarcados con diseños como si fueran enredaderas o algún motivo abstracto. Cada panel contenía una miniatura de unos 20cm de ancho o alto en el medio, el resto vacío. Me pareció extraño porque estas decoraciones son tan pequeñas que hay que acercarse para apreciar el detalle. Muchas de las casas tenían dos o tres grandes murales, usualmente en el gran salón en el segundo patio.

En algunas paredes hay pintadas. Publicidad, comentarios políticos, nombres de los comercios.

A pesar de los más de 2000 años que nos separa de Pompeya, es una ciudad que no nos resulta extraña. A diferencia de Roma donde lo que se preserva es, básicamente, la parte monumental, esta es una ciudad normal, con casas normales, tanto importantes como modestas, comercios normales. Una ciudad que se entiende, donde podríamos vivir sin dificultad.