Ahora la `economía de hidrógeno´ se está poniendo de moda. Lamentablemente, no existe ningún yacimiento de hidrógeno. Si bien es el elemento químico más abundante del universo, siempre está asociado a algún otro elemento como el oxígeno para formar agua, y no es fácil separarlo. La forma más fácil de hacerlo es mediante electricidad que, claro está, habrá que haber generado por otros medios. Si tuviéramos electricidad entonces, por qué no la distribuimos directamente y la consumimos en autos, camiones y buses eléctricos, cocinas y calefacción eléctrica y, en general, lo usamos en todo aquello en que actualmente usamos gas o petróleo?

No todo funciona tan bien con electricidad. No me imagino que nunca se llegue a hacer un avión de pasajeros a batería y mucho menos uno que arrastre un cable tras de sí. Estos usos puntuales, sin embargo, no justifican ver al hidrógeno como la solución al problema del petróleo.

Se pueden enumerar algunos otros pocos casos donde se justifica el consumo de hidrógeno, no muchos. También existen casos donde la generación de hidrógeno es más práctica que otras alternativas.

Nadie desconoce la fuerza del mar (salvo que haya nacido en medio de la estepa rusa o el desierto de Gobi). Existen varios mecanismos para obtener esa energía tanto de las olas, las mareas, las corrientes o el viento, sin embargo, el problema es que la mayoría de ellas arruinan las costas. Si bien la energía del mar es mucha, está muy dispersa, cualquier esquema para extraerla requiere instalaciones enormes que ocupan kilómetros de costas, impidiendo su uso. Salvo, claro está que esto se haga en alta mar, lejos de la vista de la gente. Aquí es donde el hidrógeno es útil, sería muy difícil tender un cable desde las plataformas de conversión de energía a los puntos de consumo. Un barco podría usar hidrógeno para almacenar de una manera fácilmente transportable la energía extraída del movimiento del mar.

Estos barcos o, más bien, plataformas estarían formadas por una serie de barcazas unidas entre si mediante articulaciones que les permitieran moverse con las olas. Pistones oleo-hidráulicos entre las plataformas estarían constantemente movidos por este movimiento entre las plataformas y actuarían como `infladores´ de bicicleta, bombeando fluido hidráulico hacia motores hidráulicos (turbinas) que moverían generadores eléctricos.

La superficie de estas plataformas, que no tendrían mucho otro uso, podrían estar cubiertas de celdas fotoeléctricas o helióstatos, esto es, espejos que seguirían el movimiento del sol para concentrar sus rayos en un tanque que haría de caldera, cuyo vapor también ayudaría a generar electricidad.

Como tampoco falta el viento, cada plataforma podría tener también un generador eólico, un molino de viento moviendo un generador eléctrico.

Si la plataforma estuviera anclada, podría también aprovechar las corrientes marinas. En definitiva, una vez establecida la plataforma armada a partir de barcazas, es cuestión de seguir sumando mecanismos para extraer toda la energía disponible en la zona. Según dónde se estacionara la plataforma, se la proveería de las proporciones adecuadas de generadores eólicos, de mareas, de olas o lo que hubiera disponible.

Las plataformas contendrían las cubas electrolíticas que separarían el hidrógeno del oxígeno, almacenando el primero en tanques dentro mismo de las plataformas, liberando el oxígeno a la atmósfera pues no tiene valor comercial significativo.

La ventaja del hidrógeno en este caso es que es una forma altamente concentrada de almacenar energía. Sería difícil poder transportar energía eléctrica desde una plataforma de esta naturaleza a la costa. Usando hidrógeno como mecanismo de almacenamiento, se podría acumular hidrógeno en la plataforma y llegado a cierto punto, un buque cisterna la visitaría, cargando el hidrógeno generado, para venderlo en el puerto más cercano o donde se pudiera lograr el mejor precio.