Los jenízaros
Cuando los otomanos alcanzaron el poder en lo que ahora es Turquía, tenían un problema interno muy grave, su imperio abarcaba cientos de familias nobles, cada una con privilegios y aspiraciones contrapuestas unas a las otras. El sultán no tenía descanso, mediando continuamente en sus disputas, temiendo constantemente hacerse enemigos si favorecía a uno por sobre el otro. Servir al sultán ofreciendo los hijos como caballeros en su ejército era un privilegio para la familia, pero un problema para el sultán que veía así su corte y su ejército plagado de posibles traidores.
El sultán tuvo una gran idea, comenzó a educar niños, muchos de ellos cristianos de sus nuevas posesiones del lado europeo de su imperio. Huérfanos, hermanos menores, que no habrían de heredar, esclavos, cualquier niño que no tuviera un hogar, que no tuviera familia, historia o bienes, que no debiera lealtad a nadie ni a nada más que al sultán. Así es como formó el cuerpo de ejército más poderoso y temible, los afamados jenízaros.
Otra innovación fue el uso de uniformes. Hasta entonces, cada caballero y sus tropas llevaban los colores de su familia, los jenízaros sólo llevaban los colores del sultán. En muchos sentidos, fueron los precursores de los cuerpos militares profesionales modernos, apolíticos, con su lealtad volcada al estado, en lugar de los ejércitos feudales como grupos de caballeros con sus soldados con sus lealtades al clan e indirectamente a algún gobernante.
Los turcos, además, habían estado en el camino de las hordas de Gengis Kan y aprendieron de ellos algo militarmente muy importante, el uso de la pólvora. Esto, unido al conocimiento de la metalurgia que heredaron de los árabes que ya de hacía siglos venían haciendo las famosas espadas de Damasco o de la Toledo musulmana permitieron que, en su momento, los ejércitos otomanos dispusieron de los mayores y mejores cañones del mundo y, de hecho, los únicos en Europa. No en vano llegaron a las puertas de Viena pues ninguna muralla de ningún castillo les presentaba un obstáculo infranqueable.
También usaron la pólvora de una manera novedosa, excavaron túneles por debajo de las murallas, llenándolos de pólvora que, al explotar, hacían caer grandes segmentos de murallas por las que las tropas podrían asaltarla. No en vano la palabra `mina´ se utiliza tanto para referirse a los túneles para extraer minerales del suelo como a las cargas explosivas.