Estaba ayer andando en bicicleta por los senderos en los cerros vecinos al pueblo cuando pasé por un tramo donde estaban apiladas las ramas de los árboles que habían cortado hace algo más de un mes para formar un cortafuego en esa zona densamente boscosa. El caso es que la idea del cortafuego es magnífica, pero haberse olvidado las ramas al costado del camino, a lo largo de unos 50 metros y un metro de profundidad, contrarrestra cualquier beneficio del esfuerzo hecho. Ahora, esas ramas, secas por el sol y apiladas en un mismo lugar, listas para arder al menor descuido, son un peligro mayor que en su estado original, como árboles verdes y dispersos.

Hacía algo más de un mes que habían estado las cuadrillas del ayuntamiento despejando el bosque. Cuando pasaba por ahí veía esa pila y esperaba que de un momento a otro fuera transportada. Entre las lluvias (que me alejaron de los caminos de tierra) y que estuve explorando otros caminos, hacía un mes que no pasaba por allí y esta vez noté que estaba tal como lo había dejado entonces, solo que más seco aún, si cabe.

Como esto constituye un peligro de incendio, al llegar al pueblo, fui hasta el cuartel de bomberos. Allí el bombero que me recibió, tras escucharme me comenzó a hablar de competencias y responsabilidades, como si todo estuviera más allá de sus manos.

Esto me puso bastante mal, pues si bien no es la primera vez que dando aviso (que no reclamando, simplemente avisando) de algún problema, el funcionario de turno me hace todo un relato de cómo él o ella no pueden hacer nada, citando incumbencias, reglamentos, competencias y responsabilidades.

Terminé diciéndole a este bombero que, agradecido como estoy porque ellos se juegan la vida por nosotros, al ver algo que puede implicarles riesgo para ellos, como es la posibilidad de enfrentarse a un incendio en los bosques, yo consideré que lo menos que podía hacer es avisarles, que tampoco es de mi competencia, responsabilidad o incumbencia desviarme de mi camino para perder el tiempo avisándole del peligro, pero eso no me impide hacerlo, que ellos como parte interesada (pues su propio pellejo está en juego) podrían tener mejor acceso a las autoridades competentes que si yo fuera …. a dónde? Cualquier otro burócrata que recibiera mi aviso ciertamente tendría menos interés que ellos, a quién le avisaría?

Cito este como un caso extremo de alguien con una importante motivación para solucionar algo, que prefiere no tomar la iniciativa e ir un poquito más allá. Si fuera este un caso aislado, que no lo es, vaya y pase, pero cuando una reciente estadística mostraba que la mayoría de los españoles espera tener un puesto en la administración pública, esto es preocupante, pues marca el rumbo a dónde se dirige un país.

Las principales industrias de España siguen siendo el turismo y la construcción. La primera ya no va a crecer, la segunda tiene que colapsar en breve. Sin la construcción se perderán muchos puestos de trabajo que ocupan a gran parte de la población menos calificada. También se perderán los ingresos de los ayuntamientos por el otorgamiento de licencias y los impuestos que las propiedades pagan y con ello todas las mejoras de infraestructuras que se están haciendo no podrán continuarse o incluso habrá problemas para mantener las existentes.

Las empresas constructoras, con buen criterio, están diversificando sus inversiones, muchas de ellas están invirtiendo en rubros distintos del propio, Ferrovial ha comprado BAA, el principal operador de aeropuertos del Reino Unido, Acciona ha comprado parte de Endesa y tiene empresas de logística y transporte, otras han invertido en operadores de autopistas o puertos y todas ellas participan en obras en otros países, con lo cual el bajón de la construcción no implicará un colapso económico del país. Los bancos, que también han crecido enormemente con la financiación del boom de la construcción también han diversificado en el extranjero.

Todo esto, sin embargo, no implica un buen nivel económico para el ciudadano promedio. ¿Dónde están los empresarios que en el futuro cercano vayan a crear las empresas que proveerán empleo a la gente, quienes con su ejemplo hagan soñar a los jóvenes con desarrollar una industria, fundar una empresa, hacerse rico y famoso?

No todos pueden ser funcionarios ni todos pueden poner un bar (que ya bastantes hay). Se necesita también iniciativa. Si el sueño de un joven está en aprobar las oposiciones para ser un gris funcionario en lugar de brillar por iniciativa propia, la cosa va para mal.