(originalmente esto fue escrito el 27 de febrero del 2007)

Ayer, paseándome por los canales de televisión locales, en uno de ellos le estaban haciendo una entrevista a Carlos Núñez, el conocido gaitero gallego, al que en su visita a Buenos Aires le robaron las gaitas y flautas. La entrevista era en uno de los canales locales de Cataluña. El entrevistador le preguntaba en catalán, Núñez respondía en castellano, un patético absurdo que se ve con cierta frecuencia en los canales locales, que reciben apoyo financiero del gobierno catalán para la promoción del idioma.

Lo absurdo es que casi todos los catalanes pasan inmediatamente al castellano si notan que su interlocutor tiene dificultades. Esa mezcla de idiomas en la entrevista es difícil de ver en la realidad. A cualquier no-catalán le cuesta practicar el catalán que ha aprendido, pues sus interlocutores cambian instintivamente al castellano y deben hacer un esfuerzo consciente para evitarlo. Si dos personas nativas están hablando en catalán y un tercero interviene en castellano, hasta se disculpan y generalmente pasan al castellano a menos que uno les pida muy expresamente que continúen. Es importante notar que habitualmente se disculpan, lo cual quiere decir que lo ven como una descortesía cuando que realmente están en su derecho de usar su idioma.

Los catalanes son bilingües, aquí se ven los canales y se escuchan las radios de cobertura nacional en castellano, además de las locales en catalán. Es menos frecuente que la gente pueda escribir en ambos idiomas correctamente; los que fueron educados en la época de Franco, escriben fluidamente en castellano, los que se educaron posteriormente escriben en catalán y tienen más errores al escribir en castellano. Si bien todos pueden escribir en ambos idiomas, las faltas de ortografía y la fluidez es distinta según en qué idioma hayan recibido su educación. Leer, todos leen ambos idiomas, todos entienden ambos idiomas y la gran mayoría habla ambos idiomas fluidamente.

Destaco el caso de Carlos Núñez pues, siendo gallego, ¡bien podría el haberse puesto a responder en gallego!

Estas políticas lingüísticas de las comunidades con idiomas propios llegan al absurdo. Hace poco salió la noticia de que una productora de películas pornográficas había obtenido fondos del gobierno para filmar su película en catalán, un valiosísimo aporte a la cultura. Muchos eventos deportivos son transmitidos en catalán en paralelo con la emisión en castellano, el año pasado, todo el campeonato de Formula 1 se pudo ver en el canal nacional en castellano y en el canal catalán en catalán. Si bien el canal catalán también tenía su publicidad, me pregunto cuánto se gastó en licenciar los derechos de la señal y cuánto se cobró por esa publicidad que, demás está decir, no era de primeras marcas, pues estas publicitan en las cadenas con más audiencia.

No sólo es un desperdicio de fondos públicos sino que no representa la realidad de la gente. Evidentemente, siendo que las palabras de Núñez no eran traducidas ni estaban subtituladas, es obvio que se supone que la gente lo entiende, tal como podrían entender al entrevistador si hablara en castellano.

A esto le tenemos que sumar la carga que les implica a los alumnos el estudiar varios idiomas. En el colegio, el castellano se estudia como un idioma extranjero. No es lo mismo tener un segundo idioma que ser bilingüe, el equilibrio, la proporción que se le dedica a uno y otro es distinta. Los españoles son bastante duros en cuanto al manejo de idiomas extranjeros. Los pocos que hablan inglés lo hacen con pésimo acento. En parte se debe al propio castellano que es bastante escaso en sonidos, con sólo cinco sonidos vocálicos, seis en el caso del catalán, la mayoría de la gente encuentra dificultad en pronunciar los medios tonos de las vocales en otros idiomas, creo que entre los idiomas europeos solo el italiano tiene menos sonidos. Por otra parte, siendo que el castellano se escribe fonéticamente, el español tiene dificultades con los idiomas donde la escritura no se corresponde exactamente con la pronunciación.
Pero el mayor problema está en la educación, que en la época de Franco era puramente en castellano y luego se comenzó a hacer más hincapié en los idiomas locales que en los extranjeros y en que todo lo que se introdujera en España debía estar en castellano. Así es como en España se conocieron aplicaciones de software desconocidas en el resto del mundo simplemente porque estaban traducidas aún cuando fueran deficientes en su funcionalidad. Igualmente, las películas debían ser dobladas al castellano. Las películas en versión original subtituladas comenzaron tras la muerte de Franco y aún ahora son pocos los cines que las proyectan. En definitiva, el español no está acostumbrado a oír otros idiomas.
El lenguaje, en lugar de ser un medio de comunicación, pretende ser usado como símbolo de una identidad forzada, pues el catalán promedio, que se expresa naturalmente en catalán, no tiene problemas en pasar al castellano y para aquel que es inmigrante (aún inmigrante interno dentro de España), le fuerzan a adoptar una lengua que no es la propia. Y casos como la mentada entrevista a Carlos Núñez, muestra una descortesía que nadie tendría para con un invitado.